El espectáculo
no fue como esperaba. Sonia siempre había creído que los payasos y los magos eran personajes ajenos a este mundo
que, con tan solo hacer acto de presencia ya la transportaban a lo imposible,
creando una atmósfera llena de ilusión y de sueños, en los cuales, todos los
deseos se hacían realidad. Desde una flor lluviosa, unos zancos interminables,
pelucas extravagantes, sonrisas escandalosas y canciones divertidas que
alegraban el corazón. Hoy sabrá que todo eso lo veía así por que miraba con los
ojos de la inocencia, con aquellos ojos llenos de ganas de ver, con aquella
ilusión que solo los niños saben entender.
Hoy después de
todo lo andado, de todo lo vivido, se encuentra de nuevo ante el circo de la
vida. Donde el camino crece cada día y sus pies buscan, el aliento de la brisa,
bajo un árbol. Su sed espera el néctar de aquellos labios jugosos ansiados de
besarla. Donde se hila también, el telar que cuenta el secreto de lo más
profundo de cada uno. Hoy Sonia cree firmemente que el circo de la vida lo
marcamos todos, cada día. Y a pesar de que ya no miramos con los ojos de niños,
si nos paramos a observar mientras los demás andan, nos daremos cuenta de que
seguimos viendo: flores lluviosas, zancos inalcanzables, carcajadas
escandalosas y magia e ilusión por doquier.
¡Qué mayor
ilusión que ver cada día el amanecer y el atardecer!. Y volver de nuevo a
levantar el telón, dispuesto a seguir viviendo uno y otro día, la siguiente
función.
Buena alegoría: la vida hecha circo, el circo hecho vida y, como sucede en ambos casos, aunque a veces el espectáculo no es como uno esperaba, el show debe continuar siempre. Muy bueno
ResponderEliminarRelato mágico, con todos los ingredientes para emocionar.
ResponderEliminar