Fermina, hermana de la
vida y amor secreto; mudo para sus oídos, prohibido para sus labios. A mí solo me quedaba contemplar su sonrisa,
oír sus cuentos y contener sus llantos. Fermina, la niña alegre, la cómplice,
la inalcanzable, enérgica juventud, hasta que en sus doce años, fueron solo
cinco semanas las que me distanciaron de todo lo que conocía.
Ahora, ya su sonrisa no
mostraba sus blancos dientes, parecía somnolienta y su mirada se perdía en
cualquier objeto, sus ojos brillaban de otra forma, cada vez que me veían
pronosticaban una inminente distancia. No volví a verla hasta sus 16 años y ahí
me di cuenta, que en aquel entonces, sus pulsaciones fueron de 250 por minuto y
dejaba un niño amigo, por uno que venía dentro, fueron solo 5 semanas, yo
seguía siendo un adolescente y ella
pasaba de niña a mujer.
Enigmático relato que juega a confundir al lector, lo cual está bien. Final abierto porque no se desvelan del todo esos enigmas, que pueden resolverse al gusto del que lee.
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