¡Ay, mi queridita!, con el deseo de verte que yo tenía… y, al mirarte veo lo feíta que eres. Pareces una piedrita con sus huequitos de
boca, de nariz y…¡sin ojos!. Cuando seas
una mujer, no conseguirás a nadie que te mire y… yo no quisiera morirme sin
dejarte amparada. La verdad es que no
tienes nada por lo que darle las gracias a dios.
-¡Mamá, mamá! ¡Me están mirando!
-No miren a la niña, que está comiendo y si llora no come
-¡Mamá, mamá! Míralas, me están viendo
-No la miren
Y la niña llora y llora y llora… ¡Buaa, buaa!
-¡Ja, ja, ja! Mira que
ojitos tiene y cómo llora
-Mi queridita, ven aquí, no llores.
La escena de una niñez, entre hermanos, arengas y comentarios que, vistos con la perspectiva que da el tiempo, se recuerdan con ternura
ResponderEliminarPobre niña..., seguro que a día de hoy es una mujer todoterreno y guapísima. :-)
ResponderEliminarMuy graciosa tu narración. Felicidades. Alicia
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