Llegan, como cada año, las fiestas decembrinas y la
ciudad se viste de gala; luces y adornos multicolores adornan las calles, todo
transmite ambiente festivo; incluso la gente se muestra diferente en estas
fechas, la mayoría exhibe una alegría y entusiasmo propios de estos días.
Podemos verlos peregrinando de tienda en tienda, comprando los tan deseados
obsequios para amigos y familiares, artículos de decoración para las casas y
ropa para esas fiestas especiales; otros, para cumplir con ese “compromiso”
ineludible que, tanto “agrado” nos produce.
Entonces, llega el tan esperado día, -tan esperado por
algunos y tan temido por otros- “la gran cena en familia”, ésa, de la que más
de uno habríamos preferido que nos arrollara un tren y, así tener una excusa
para no asistir. Ésa en la que se juntan
el “novio graciosillo” de la hermana pequeña; o “la cuñada quisquillosa”; o
como no “la suegra métome en todo”; en fin, una variopinta diversidad de personajes
familiares que hacen de esa noche, una...”noche diferente”, por definirla de
alguna manera.
Y, si a pesar de
algún que otro reproche “encubierto”, alguna crítica “constructiva”, un
consejo “bienintencionado” y algún que otro “desacuerdo familiar” que, por
supuesto no suelen faltar; si aún así, hemos sobrevivido a la cena, aún nos
queda el esperado intercambio de obsequios; y entonces allí, al pie del hermoso
abeto, iluminado como para dejar a medio pueblo sin energía eléctrica,
recibimos nuestro presente, tan delicadamente envuelto, con su gran lazo de
colores, pero, ¡ohhhhh! ¡sorpresa!, al abrirlo descubrimos que contiene lo que hace
dos años le dimos justamente a esa
persona por su cumpleaños; ¡y tú, que te pasaste toda la tarde escogiéndole
el presente perfecto!; sonríes, pones cara de póker y agradeces el obsequio, -lo que piensas, eso ya es otra cosa-.
Y por fin llega la hora de marcharse; has salido ileso
un año más. Ahora comienza la cuenta atrás para que, nuevamente, el próximo
diciembre, vuelvan a repetirse las tan temidas ¡BENDITAS FIESTAS!.
Construir un relato de navidad sin nombrarla, y con la dificultad añadida de palabras claves prohibidas, es tarea harto difícil, sin embargo, tú lo has hecho con maestría, incorporándole el delicioso extra que supone contarlo a partir de un punto de vista que, alejado de lo tópico, nos permite descubrir unas …felices fiestas, menos almidonadas y, tal vez, más cercanas a la verdad
ResponderEliminarMe ha encantado. Una historia redonda de principio a fin.
ResponderEliminarAy Carmen , cuantas veces he pensado en esas benditas fiestas como una puntadita en el corazon. Felicidades por tu descripción. Alicia
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