jueves, 18 de junio de 2015

ACTO HERTE 29 DE MAYO Esther Morales




No sé por dónde empezar  a contar lo que tengo guardado en el corazón.  Tal vez deberé hacerlo dando las gracias por los momentos compartidos la última semana de mayo.  Esos instantes gratos y llenos de emoción, vividos en compañía de su amistad, cariño, apoyo, entrega y compromiso.
Como miembro de HERTE y como compañera me siento muy orgullosa de tenerlos como amigos y compañeros en este taller de narrativa, donde todos aprendemos de todos.
El viernes 29 de mayo pasado, gracias a las luces y a pesar de las sombras, el acto estuvo bonito.  Hubo en él más luz que oscuridad; yo lo vi así.
Quiero quedarme con el amor y cariño de las amigas de las dos homenajeadas que estuvieron pendientes de ellas en todo momento y sin que ellas se enteraran, en favor de la sorpresa preparada, a escondidas les tomaron fotos prestadas, las acompañaron a la peluquería y le eligieron vestido para que estuvieran guapas en el acto, se preocuparon de asegurar su asistencia y además, escribieron una semblanza de sus vidas en la que pusieron todo su empeño y cariño, dar lo mejor de sí: eso es amor y amistad.
Mis amigas y amigo, cantando, recitando, contando cuentos, haciéndonos reír con el burlesque; todos parecían unos profesionales.  Y los premios de Narrativa que cada año se superan en su buen hacer, cantidad y calidad.
También me quedo con la paciencia y comprensión de las parejas de todos aquellos que por preparar el acto,  abandonaron por unos días su compañía: el que con orgullo va a presenciar el acto donde su mujer participa, que de otro modo no iría.  El fotógrafo con su presencia permanente, pendiente de cada momento especial.  Aquel que en un momento perdió su bastón pero que, gracias a su compañero, recuperó enseguida pues sabía que lo había dejado en el baño; me sentí admirada por su compenetración y también por la manera en que participó, vistiendo y maquillando a los artistas tras bambalinas.  Las amigas que, sin pensarlo mucho, prepararon el brindis.  De pronto, salió comida por todos los sitios, papas y mojo, dulces variados, aunque con poco tiempo para saborearlos.
En definitiva, crecimos como personas dando lo mejor de nosotros y haciendo felices a quienes nos rodean.
Recordaré siempre las lágrimas y sonrisas de las homenajeadas quienes nunca pensaron que a estas alturas de su vida se fueran a subir a un escenario a oír palabras bonitas sobre su persona y recoger un ramito de flores y un bonito diploma para tener de recuerdo.

Sí, sin duda la luz de ese momento fue tan potente que iluminó las sombras.


1 comentario:

  1. Muy bonitas palabras que te agradezco en nombre de todos. No podías haberlo expresado mejor. La última línea resume perfectamente el sentimiento que invadió a todos los participantes en este emotivo acto: la luz fue tan potente que iluminó las sombras. Un abrazo, Esther.

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