martes, 2 de abril de 2013

CREER Y CREAR de Lilia Martín Abreu



Entró al libro una noche de abril.  Aprovechó que ya todos dormían y como por arte de magia penetró en él para convivir con todos los personajes de los cuentos de hadas.
Según avanzaba, se desencantaba de lo que veía, ¡qué horror!, pensó, no hay hadas ni buenas ni malas, ¿por qué les dirán cuentos de hadas?.  Encontró todos los cuentos cambiados. 
Blancanieves era la malvada dueña de un circo que tenía trabajando a los enanos como payasos y mantenía sometida a la madrastra, que era la atracción principal, ya que con su espejo era la adivina del circo, mientras el príncipe vendía manzanas por las gradas.
La Cenicienta había perdido algo más que el zapato en esa noche mágica y el príncipe, decepcionado, nunca la buscó.  Ella, cansada de esperarlo, decidió irse a vivir con Ali Babá y sus cuarenta ladrones, ya que ellos eran más cariñosos que sus hermanastras.
Caperucita Roja no llevaba la cesta para la abuelita, todo lo contrario, buscaba los tupper en la casa de su abuela porque su mamá estaba en el paro y vivían de la pensión de la abuela, e incluso el lobo colaboraba con ellas.
Caminaba solitario y desamparado ante aquel espectáculo que no le gustaba cuando, de pronto, se encontró con Pepito Grillo, así que aprovechó para preguntarle qué pasaba, que por qué los cuentos no eran como estaban escritos.  Pepito lo miró directo a los ojos y, viendo su tristeza, le dijo:
-Es fácil, creer y crear están a una sola letra de distancia, y tú has hecho las dos cosas.
Dicho esto, despareció.



1 comentario:

  1. ¡Con qué solvencia has resuelto la tarea de la semana!. Genial me ha parecido de principio a fin, especialmente ese final impregnado de filosofía.

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