domingo, 15 de julio de 2012

CARTAS de Clotilde Torres




Lo había ido a despedir al aeropuerto.  La ilusión de los jóvenes en aquella época era Europa porque, entre nosotros decíamos que empezaba en Los Pirineos.  Nuestro país sufría una gran dictadura y como jóvenes teníamos nuestros ideales.
Los meses siguientes a su ida, recibió casi una carta diaria. ¡Qué cartas! Amor, generosidad, complicidad, ideales y proyectos. En ellas, él le decía:
-En cuanto termines tus estudios, te vienes para acá.  Tenemos trabajo y sobre todo libertad.
Pero, las cartas empezaron a menguar.  Pasaron a ser una al mes aunque recibidas con la misma ilusión.  Con el paso del tiempo, las cartas no llegaron.  Ella pensó
-Habrá encontrado una chica moderna, guapísima y es normal que no piense en mí.
Ella sí que encontró un buen hombre, trabajador, de buena posición.  Se casaron y tuvieron tres hijos.  Fueron muy felices.
Un día en el que su madre no se encontraba bien de salud, le dijo:
-Saca del armario el traje de chaqueta negro para cuando vayamos al médico.
Ella se entretuvo buscando unos pañuelos para el cuello y algunas joyas. Entonces  una caja de zapatos que nunca antes había visto allí llamó su atención.  Decidió curiosear un poco mientras su madre seguía duchándose.
Además de joyas, postales, recordatorios de todo tipo, la caja escondía la gran sorpresa de su vida: veinte cartas con la letra que tanto conocía.  No se contuvo.  Vació el contenido de la caja sobre la cama y comenzó a leer aquellas cartas que nunca recibió.  Casi treinta años después,  lloró como una niña, mientras su madre la observaba desde la puerta del baño.
-Hija, perdóname.  A tu padre no le gustaba aquel chico para ti.  Era poca cosa.  Se abrazaron las dos entre llantos y risas.
-Bueno, al menos has sido feliz con otra persona.
Siempre igual, por no contrariar a su madre, a pesar de haber cambiado su destino, se quedó en silencio y no dijo nada.
Ella, tan liberal, tenía la dictadura en su propia casa.



2 comentarios:

  1. La reflexión final de este relato hace que éste crezca en dimensión, desde mi punto de vista, pues le aporta la fuerza y singularidad suficientes para que deje de ser un lugar común.

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  2. Magnifico de principio a fin

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