domingo, 4 de diciembre de 2011

SOY EL LLANTO DE UN PERDEDOR de Begoña Fleitas




Decidí desbordarme para no ahogarlo por dentro.  Al principio caí tímido, silencioso pero luego, a borbotones, fui ocupando el espacio donde se habían clavado sus ojos.
Me filtré por un surco y empapé el subsuelo, deseando tropezarme con alguna raíz a la que asirme pero, aquello era peor que un desierto.
Entonces, como viviendo una alucinación, sentí que la escorrentía de las profundidades me conducía hasta confluir con el líquido turbio de una cloaca que desembocaba ilegalmente en el océano.  Allí llegué, muy diluido, y me convertí en mar.
Mientras tanto, el perdedor –abatido–, levantaba bruscamente una alcantarilla, intentando recuperarme con la mirada. 


1 comentario:

  1. Resolviste magníficamente esta propuesta que, a priori, resultaba un tanto complicada. Caminando a través de lo fantástico, nos conduces hacia un final sublime y lleno de poesía, en una suerte de juego de espejos con el propio relato. Excelente, Begoña.

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