jueves, 13 de octubre de 2016

COSTUMBRES EXTRAÑAS Alicia Carmen



Me desperté sobresaltada, con el cabello mojado de tanto sudor y seguro que grité porque desde la puerta entreabierta de mi dormitorio asomaba la pálida cara de mi madre que, con voz temblorosa, me preguntó:
-¿Qué te pasa, hija? ¿Estás bien?
-Es el olor a quemado, mamá.  Al pobre hombre lo están devorando las llamas, encima lo han ahorcado y se está balanceando en lo más alto del árbol del patio.

-¡Por Dios, hija!, es que has tenido una pesadilla, te dije que no vieras la película Domingo de Resurrección, acuérdate que es una tradición, es solo un monigote relleno de ropa vieja al que hacen pagar las maldades de algún personaje y el pueblo descarga su ira en estas fechas.  Sabrá Dios cómo será el testamento pero, ¿cómo te hubieras puesto si te hubiera pasado la terrible visión que tuvimos tu padre y yo un día en que por ser festivo, decidimos pasear por los alrededores de Caracas?  Todo estaba en paz y cuando llegamos al pueblo muy lindo que se llama San Francisco de Yare, de repente aparecieron diablos por todas partes y eso no era una película, era la pura realidad, todos vestidos de rojo, con capas, máscaras grotescas, adornos con cruces y escapularios y sonando marcas y blandiendo látigos que llevaban en las manos; eso sí que era terrorífico.  Luego me enteré de que es una tradición de Corpus Christi; una danza ritual donde el bien triunfa sobre el mal, donde los diablos danzan y rezan.  Hija, será mejor que te vistas, yo te invito a almorzar una arepas de chicharrón con una polarcita.


1 comentario:

  1. Me quedo con ese final. Nada que no cure una arepita de chicharrón si encima va acompañada de una polarcita; eso ahuyenta los males sí o sí, no importa de qué índole sean; todo por obra y gracia del amor que conlleva la invitación, sólo por eso.

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias