miércoles, 9 de enero de 2013

TRAMPAS de Lilia Martín Abreu


                                                                              
Era una noche fría y oscura.  El sueño no quería venir.  Se había marchado junto con él, dejando un vacío y una nota de despedida que decía:
Susi, nunca te he querido, sólo te he utilizado y soportado por mi propio beneficio, tú sólo has sido para mí, una escalera; el trampolín que necesitaba para lograr mis metas, digamos que ha sido un trueque entre los dos.  Ambos nos hemos beneficiado mutuamente. Tú necesitabas amor y yo contactos, así que considero que te he pagado aun alto precio, con mis noches de pasión.
Carlos.                                                                                                                                  
Aún leyendo la nota, Susi no alcanzaba a entender que todo había sido una vil mentira.  Él la había seducido, haciéndola creer que la amaba y, en realidad, sólo la había utilizado.  Esas palabras se repetían, una y otra vez, en la mente de Susi, calando y quemando como gotas de ácido.
Carlos era un cobarde que no había tenido el valor de decírselo a su cara.  Esos pensamientos daban vueltas y vueltas en su cabeza, arrastrándola a una profunda soledad que ella combatía con sobredosis de tabaco, whisky y ansiolíticos, para disipar su ausencia.
Así pasaban los días, donde el reloj daba las horas, pero el tiempo no pasaba ni tenía piedad con ella, porque su recuerdo le quemaba los sentidos.  Aún percibía su olor, sus caricias le quemaban la piel y su boca conservaba el sabor de sus besos.
Ella sabía que para él solo había sido una comedia; teatro, puro teatro.  Había hecho trampas con sus sentimientos y con su vida.
Un ruido estremeció a Manuel.  Era su libro.  Se le había caído de las manos.  Se había quedado traspuesto mientras leía, el cansancio le había vencido.  Recogió su libro y en una página acertó a leer, mientras lo cerraba:
Regresó con ella en brazos y con un secreto guardado en el alma.

2 comentarios:

  1. Trampas también, las tendidas a los lectores que, engañados hábilmente por la autora, creemos que nos llevan en una dirección cuando en realidad vamos por otra. La última línea invita a averiguar el final del relato metido en el relato. Interesante juego. Muy bien, Lilia.

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  2. Me encanta tu habilidad para atrapar al lector, eres una artista!! Felicidades!!

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