martes, 20 de noviembre de 2012

TERCER PREMIO NARRATIVA HERTE 2012


SANGRE, SUDOR Y CEBOLLA  de  Concepción Gonçalves Cobo
Y allí estaba, sentada en el último vagón, mirando por la ventana la rapidez con que pasaban los árboles y las casas, al igual que habían pasado los años. Casas, que a lo lejos, como minúsculas motas de polvo, se esparcían por el aire.  Así me sentía, los años anteriores no habían sido fáciles, quería ser aire.  La inspiración se había marchado, estaría con él.  Me sentía así por alguien que creía conocer y todo fue mentira.  Manuel, así se llamaba, me dio los mejores momentos de mi vida.  Aquellos ochenta, años de movida madrileña, aunque en mi ciudad todo llegaba más tarde, pero aún así me cardaba el pelo y usaba ese maquillaje que, como cantaba Mecano, era para no poderse levantar.  Y ahora que lo necesitaba, no estaba, se agobió.  Me levanté un día y ya no estaba, recorrí los sitios por donde solíamos pasear, el parque que tanto nos gustaba, su césped verde, siempre florecido y bien cortado por el jardinero Juan con quien después de tantos años entablamos amistad y nos contaba cómo cultivar nuestro jardín, era ese amigo que, sin quererlo, nos recetaba la fórmula para cultivar un amor frondoso.  Y así, recorrí la ciudad buscándote, llamé amigos en común.  Pero ni rastro.  Fue entonces cuando por la calle Bartolomé, donde está esa librería tan pequeña con escaleras de caracol que subes peldaño tras peldaño, unos cincuenta y tres llegamos a contar, para llegar a un desván que es la sala de lecturas.  Te vi en el escaparate, no podía creerlo, esa novela, que tú viste nacer, las primeras ideas, mis noches en blanco delante del ordenador y tú amorosamente venías con un té, un beso y volvía mi inspiración.  Mis personajes que luchaban por sobrevivir en este mundo lleno de odio y competitividad y destacar sobre los demás.  Lo habías hecho, te vi en la portada de mi libro, con tu nombre.  Tu inspiración se había esfumado, tus historias de sangre y asesinatos ya no vendían, pero robar mi vida.  Sí, mi vida, era la historia que soñé escribir y cuando al fin, folio a folio, le pongo fin, mi editora se dedica a buscar nuevos talentos y cancela su cita conmigo.  Decidimos darnos tiempo para estar juntos, sin libros, sin ordenador, sin teclas que teclear… Iniciamos el viaje en este mismo tren que ahora me lleva a ningún sitio.  Han pasado los años y aún me duele recordar que en este vagón surgió el título, sangre por tus libros, sudor por las noches que pasamos juntos y sólo sudábamos, cebolla es la última palabra que decidí, seguramente presagiaba este final, por cada piel que poco a poco lograste que me quitara por ti.  Nunca te lo dije, pero temía desnudar mi alma, todo te lo di y estoy sola, quiero encontrarte, saber de ti, aún te quiero y no te lo dije lo suficiente.  Padezco como mis personajes, amores, encuentros, desencuentros, viajes, pasiones, engaños, reconciliaciones.  Deseo encontrarte para reconciliarme pero, no contigo, conmigo, para demostrarme que puedo formar mi cebolla y entregar mi piel a quien lo merezca.

3 comentarios:

  1. Sedujo al jurado el trasfondo de la historia, la atmósfera de desconcierto Y pérdida, tan bien lograda, así como el uso de un cierto lenguaje poético que acerca con facilidad a los sentimientos que se intentan transmitir. Prevalece en este trabajo, a nuestro juicio, la belleza del fondo sobre la forma. Toca fibras, remueve sensaciones… para finalmente asomarnos a la esperanza. Muy buen relato. Mis felicitaciones a la ganadora del tercer premio a quien traslado mi deseo de seguir leyendo cosas suyas. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Felicidades por este relato que transmite muchos sentimientos encontrados pero que finalmente nos transmite fuerza y esperanza para encontrarnos con nosotros mismos.

    ResponderEliminar
  3. Felicidades Concepción, me gustó el tono intimista del relato.

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias