jueves, 9 de noviembre de 2017

NI TANTO, NI TAN POCO Lilia Martín

Este era un hombre azul en un mundo de  mujeres verdes que, muy diligentes, gobernaban la ciudad esperanza. Estas mujeres hablaban como loros, buscando alguna solución para su homogénea población, sin blancos ni negros, ni altos ni bajos, solo era una encrucijada plana.
Una de ellas, muy risueña, comento: y si pedimos opinión al hombre azul, igual ve las cosas de otro color, mientras otra replico atónita: a ese bultuntún ni lo nombres, el muy osado alega que nosotras somos unas inmaduras, que aún estamos verdes para tan alto cargo, qué sabrá ese desteñido, si él es un mamerto.
¿Y si construimos escaleras?, argumento una muy alborozada por su idea tan brillante, las que suban las pintaremos de negro y las que bajan en blanco, ¿se imaginan que maravilla?, tendríamos altos bajos e intermedios y así todo dejaría de ser plano, ¿qué les parece?
¡¡¡Genial!!!, replicaron todas al mismo tiempo, mirándola fríamente, mientras una con el verde en tres tonos más subido por la envidia por no ser ella la portadora de tan imponente idea, replicó, hoy es viernes y es día de reproches y descalificaciones, los días de las buenas ideas son, todos los jueves de siete a nueve, así que por no ser el día y la hora que le corresponde no tiene validez, y en este momento se suspende la asamblea hasta el próximo jueves, y quedan todos convocados.




1 comentario:

  1. Este mundo de mujeres verdes me resulta familiar; un mundo donde las féminas –no importa el color– a veces son las peores enemigas de sus congéneres, ninguneando sus logros, envidiando sus brillos particulares, enfrentando y criticando. Ni qué decir del hombre azul, dueño del poder, que las mira por encima del hombro, como seres verdes e inferiores. Este relato, en apariencia divertido y trivial, esconde un pellizco poderoso que invita a reflexionar.

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