lunes, 14 de noviembre de 2016

RELATO GANADOR DEL PREMIO NARRATIVA HERTE 2016

EL VIENTO EN SUS VELAS
de

Roberto Escarvajal




         Fue una mujer especial, enigmática...; cariñosa sin excesos; aunque siempre nos sentimos arropados por ella. Recuerdo su sonrisa, triste sonrisa, colgada de unos ojos tristes, húmedos, que anhelaban lo que sus labios callaban. Tras el cristal, se quedaban perdidos en el tiempo, en su tiempo...: barrera impenetrable que no permitía franquear. Única; nacida  en una acomodada familia de Santander, jamás hubieran  imaginado sus padres que aquella niña, dulce y obediente, iba a causar la mayor hecatombe en su honorable familia desbaratando los planes de futuro que habían diseñado para ella: su hija..., su heredera. Tal fue el escándalo y la vergüenza, que decidieron marcharse a otro país y comenzar un nueva vida. Tenía dieciocho años y se llamaba Constanza... Nunca más se habló de ello...
         La joven fue obligada a casarse con un muchacho  al que siempre  quiso, pero del que nunca se enamoró. Él la amó durante cuarenta años, sin reserva, calladamente..., velando y protegiéndola, sobre todo de sí misma, de su alma atormentada. Constanza lloró su muerte. Fue un excelente compañero de vida. Aquello la sumió en un mutismo existencial, a pesar de nuestros insistentes ruegos para que nos contara lo innombrable. ¿Porqué inquietante razón aquella espada de Damocles, que supuso tanta ignominia, proyectaba tan alargada sombra...? Ante aquel temor, encontramos siempre al silencio por respuesta; un silencio pesado, desconsolado, preñado de amargo secreto.
         Falleció unos años más tarde aunque, mucho tiempo antes, su mente ya la había abandonado dejando tan solo un nombre que repetía constantemente en sus labios...: Samara.
         Hace unos meses, encontré en el doble fondo de un cajón, un atado de cartas que trasminaban a jazmín, el perfume preferido de Constanza. Hablaban de una historia de amor, de pasión irrefrenable... A escondidas se amaron,  sucumbiendo en lo prohibido. Un fuego que les abrasó el alma, que les hizo tocar el cielo y también descender a los infiernos. No lo pudieron evitar, y aquel querer fue mancillado por maledicentes bocas sufriendo así el escarnio que una sociedad pacata y cruel les impuso. Sus progenitores, imbuidos por aquella cerril educación, no lo consintieron y se la llevaron lejos, muy lejos... Pero, ¡ay...!, la desmembraron; le arrancaron un trozo de corazón. Fue una mordida en el alma.
         Hoy sé que Samara se asienta en la estepa rusa, a orillas del río Volga. Sin embargo, para Constanza, que así se llamaba mi madre, aquel era también un lugar anclado en el corazón: guarida de su dolor, epicentro del tsunami que arrasó su vida. Ella jamás pudo olvidar aquel amor; su único y verdadero amor. Porque, lo que la verdad esconde, es que Samara tiene nombre de mujer...; nombre que se hizo carne y habitó para siempre en ella; como un impulso vital, como el viento que sopla en sus velas...






4 comentarios:

  1. Este año, el primer premio lleva título con carga poética: EL VIENTO EN SUS VELAS. El Jurado decidió concederle el primer PREMIO por muchas razones: por ser el más literario de los ocho relatos finalistas, porque en él está presente un muy buen uso del lenguaje; una prosa florida de abundantes figuras retóricas detrás de las que se adivina oficio de escritor. Abierta la plica supimos que EL VIENTO EN SUS VELAS, nuestro flamante primer premio, pertenece a ROBERTO ESCARVAJAL, de lo cual nos alegramos muchísimo por tratarse de nuestro querido Roberto, componente del Taller de Narrativa. Enhorabuena una vez más, campeón!!

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  2. ¡Genial!un premio más que merecido... ¡¡¡Enhorabuena!!!

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  3. ¡Genial!un premio más que merecido... ¡¡¡Enhorabuena!!!

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  4. Precioso, escrito con alma, transmite el sentimiento mutilado generacional de Constanza. Toda una vida en pocas palabras pero precisas, valiosas y elegantes. Me ha encantado!, Felicidades!

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