Hace
años me lo contó; hoy es feliz.
Mamá,
David y yo hemos decidido vivir juntos, anunció desafiante mi obstinada hija de
18 años a la hora de la cena. Su novio estaba a su lado. Al oír sus palabras,
el corazón me latió con más fuerza y sentí que se me encogía el estómago. Fue uno
de los momentos más tristes de mi vida. ¿Cómo podía convencer a mi hija de que
tal vez estaría cometiendo un terrible error?. Miré a mi hija, la vi tan niña,
pensé no tendría la fuerza para esa responsabilidad y me salió la pregunta.
¿Habrán pensado en la posibilidad de que quedes encinta? Mi hija miró con
cierta vergüenza a su novio, y reconoció que no habían previsto esa
posibilidad.
Realmente
no me importa lo que piensen papá y tú. Tendrán que aceptarlo. De pronto busqué
con la mirada a mi esposo que aún no había dicho ni mu, respaldado en su
butacón con los ojos entreabiertos, señal de que no quería ver pero estaba
viendo, no pude más y grité ¿JOSE! ¿Por
qué no hablas? Dile algo a tu hija. La responsabilidad no es sólo mía. Se
levantó, y sin mirarme me dijo ¿Tú lo estás haciendo muy bien? Y te digo más, los
hombres inteligentes saben cuándo quedarse callados. Cogió sus llaves y
cigarrillos…y entonces, se marchó.
¡Qué chispa tienes! Me encanta como la trasladas a tus relatos, siempre ingeniosos y divertidos, aunque no exentos de dosis de realidad.
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