Un día de verano, en mi pueblo la
gente se congregaba asustada preguntando
qué pasaba… Uno de ellos nos contaba
-¿Ustedes no oyeron anoche, después
de medianoche, a ese pájaro cantando?, se paseó por todo el pueblo en cruz.
Unos
decían que lo habían oído y otros que no.
-Cada vez que ese pájaro sale es que
alguien querido del pueblo se va a morir. ¡Miren, miren a ese hombre que llama
allá, desde la montaña de abajo!
El hombre pedía auxilio.
-¡Vengan, vengan, se ha matado
Antonio!. Estábamos pescando y cuando ya casi nos veníamos de regreso, se cayó
al mar y no lo pude sacar, le cayeron
unas piedras y está sepultado en medio de ellas.
El hombre murió y dejó
esposa y dos hijos. Desde ese entonces, la gente empezó a creer en lo que se decía del pájaro urogallo que salía
las noches de verano. La gente del
pueblo procuraba no ir solo, ni a pescar ni a ver el mar.
Me gusta volver a escuchar estas historias del pueblo, que alguna vez escuché en la voz de mi abuela. Historias que pertenecen a nuestro acervo, nuestro imaginario y que forman parte de nuestra cultura.
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