Por
fin mi sueño se hacía realidad. Me
estrenaba como maestra de ceremonias, en el circo ¡qué bonito! Me estaba
poniendo ya la ropa adecuada, para poder salir a escena, aun contemplándola me
parecía mentira. Pantalón y chaqueta en vivos colores, también lentejuelas,
acompañados de un cinturón y botas marrones en piel. Sombrero de copa con
muchos brillos de distintos colores. Todo me resultaba exultante y me llenaba
de emoción, mi sueño se estaba cumpliendo. ¡Ah! Pero… aún seguía faltando algo
que además de importante era también indispensable: la fusta, ¡qué grande y que
linda me pareció al cogerla y verla entre mis manos!, sentí que una sensación
fantástica e inexplicable se apoderaba de mí. Ya estaba preparada para saltar a
la pista y anunciar la función. Con autoridad y dando los golpes de fusta en el
suelo, le dije a los compañeros de iluminación:
-Que se enciendan las luces,
cortinas del escenario arriba. Y… señores, señoras, niños, niñas ¡que comience
la función!.
Entre el calor de los aplausos de
los espectadores y mi efusividad por la emoción que sentía, no me di cuenta que
de pronto algo estaba pasando, yo me movía mucho y a lo lejos oía una voz
fuerte y segura que me decía:
- ¡Pero chiquilla despierta! Que estás
soñando…
Estás relatando muy bien Mercedes. Buenas descripciones, buen abordaje a la historia que se cuenta; muy eficaz. Estupendo
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