Yo estuve mucho
tiempo expuesto en un escaparate, donde mucha gente se paraba para
contemplarme y comentaban lo bonito que rea. Pero, nadie me compraba y a mí eso
me dejaba mal, pues yo lo que quería era tener un dueño, ¡quería ser comprado!
Y ese día llegó. Alguien que me vio me quiso comprar y por fin salí de aquel
escaparate, sintiéndome muy contento y orgulloso; ¡por fin soy el llavero de alguien!.
Mi dueño
enseguida me colgó de una mochila, la cual tenía que ser muy pesada, pues el
dueño se quejaba y se quejaba. También me acompañaban dos llaves con las cuales
enseguida hice amistad pues desde el principio nos caímos muy bien.
Pasó el
tiempo y me di cuenta de que nuestro dueño sólo usaba una de las dos llaves,
con la cual abría y cerraba muchas puertas, sin más, y al preguntarles a mis
amigas las llaves el porqué, la que no se usaba nunca me contestó, nosotras
tampoco lo sabemos. Pero si es cierto que cuando me coge en sus manos, suele
ponerse muy nervioso y me he dado cuenta de que hay una puerta que nunca abre.
Y yo le pregunto a mi amiga la llave ¿y si probamos contigo? Se introdujo en la
cerradura de la misteriosa puerta que jamás se abría y algo extraño se apoderó
de mí al verla abierta. Lo primero, me desprendí de la mochila pesada, que ni
su propio dueño soportaba… noté que me invadía un rayo nuevo de fuerza y
voluntad y comprendí que en la vida por muchas montañas que te pongan delante,
jamás debemos creer que no vamos a poder subirlas, escalarlas. Sí, hay que
hacerlo.
Celebramos tu regreso al Taller y a este blog, Mercedes. Llegas con fuerza pues nos traes un relato que encierra simbolismos; al menos yo veo que este llavero tuyo tiene llaves que abren mucho más que puertas. Muy bien.
ResponderEliminarFeliz regreso!! me alegra tenerte de vuelta ya se te echaba mucho de menos, bienvenida.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, Posee sentimientos. Muy bonito. Mª Dolores de Flores del
ResponderEliminarTeide.