Extrañaba sentir asombro por las cosas, sentirse maravillado, embelesado
por… algo tan simple. Siempre había estado ahí, delante de sus ojos, aunque
ellos no lo percibieran. Creía que ya nada le sorprendería pero, esa mañana,
sin saber por qué, todo era distinto. Se sentía diferente, como si una extraña
metamorfosis apenas perceptible hubiera debutado aquel día, despertando sus
sentidos hasta entonces, al parecer, adormecidos. Como si un fino velo hubiera
resbalado por las paredes de su retina para descubrirle una nueva realidad. Se
apercibía como un hombre nuevo, distinto. Su piel, palpitaba con el canto
distraído de los pájaros que en sus jardines habitaban. De repente, ¡los
escuchaba!... Sus oídos, se acunaban con el rumor de la brisa en las hojas de
los árboles centenarios.
Una extraña paz empapaba todo su
ser.
Por fin, la vida se le mostraba en
todo su esplendor.
¿Qué o quién habrá obrado este milagro? Me quedaré sin saberlo; eso me pasa a mí por pedir un relato de final abierto. Buen manejo del lenguaje y de las metáforas
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