Le dije al taxista que por favor
pusiera la radio y replicó que en la radio no decían más que tonterías, que
muchas mentiras o verdades a medias; que era lo mismo.
Le iba a replicar cuando vi sus ojos
llenos de furia.
Al llegar a un semáforo, el taxista
cogió un libro de la guantera y se puso a leer unas líneas mientras el semáforo
pasó a verde. Él siguió circulando, ¡¡¿Pero hombre?!!, grité, ¿sabe lo que está haciendo?.
Presa
del pánico, le di unos cuantos gritos: ¡¡imprudente, irresponsable!!. Fue tal
el frenazo que, cuando reaccioné, me tenía fuera del coche dando zapatazos.
Enseguida le espeté ¡grosero, taxista mal
educado! Y sin perder mi compostura de
buena dama, repliqué: ¡se van a enterar estos taxistas!.
No sabes cómo me complace ver que vuelves a escribir Naty y además cosas tan simpáticas y divertidas como este relato. Adelante!!
ResponderEliminar