Hoy me levanté muy motivada. Les voy a contar por qué. Tengo un jardín muy bonito y yo tengo por
norma, regarlo un día fijo a la semana.
Ayer se me olvidó, así que lo primero que he hecho al levantarme es
ponerme a regar mis plantas y a darles ese cariño tan necesario. Me puse a hablar con ellas, como
siempre. Eso les hace felices a ellas y
a mí, sobre todo aquellos días en los que no tengo nadie con quien hablar. Mis plantas me dan vida y yo a ellas. Cuando por alguna razón rompo esta rutina, se ponen tristes, o al menos a mí me lo
parece. Mis plantas y yo somos buenas
amigas.
Dulce, sencillo y precioso relato, que nos acerca a la maravilla de las pequeñas cosas, a los mínimos gestos que nos vuelven grandes y vivos. Me encantó, Maruca.
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