A Mario lo
amparaba el anochecer y se refugió en su guitarra como tantas otras veces. Para él, ella era su bien más preciado;
mientras la tocaba emergían los recuerdos… y, al hacer un repaso por su
memoria, irrumpían las palabras de su abuelo Ramón, que retumbaban nítidas en
su cabeza como el primer día. ¡Cuántas y
cuántas veces las escuchó, siendo él tan solo un niño.
-¡Estudia,
hijo!, que los títulos abren puertas, te lo digo por experiencia. Mi profesión de contador me simplificó el
camino por la vida, era como un aval que me representaba y, gracias a eso, no
me tocó cruzar el mar para emigrar como a tantos otros; corrieron tiempos
difíciles en esa época.
En los
labios de Mario se dibujó una sonrisa enigmática al recordar aquellas palabras. La incertidumbre lo acompañaba y oscuros
nubarrones se cernían sobre su futuro.
Ahora, a treinta años de distancia de aquellos consejos de su abuelo, a
él sí le había tocado emigrar como a tantos otros y eso que había seguido su
consejo al pie de la letra y contaba con un currículum bastante sustancioso
para su edad. Hoy por hoy, disponía en su haber de una licenciatura, un máster,
un doctorado y cuatro idiomas, pero por ironías de la vida, su sustento lo
obtenía gracias a su guitarra. Eran
otros tiempos, no cabía duda.
Muchos jóvenes se verán reflejados en esta historia; pertenecientes a la generación más preparada de este país, la que se ha visto obligada a emigrar; ellos serán los que mañana les contarán a sus nietos que, éstos, los de hoy, eran otros tiempos. Muy bueno, como nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminarBIEN NARRADO LA SITUACIÓN POR LA QUE PASAN LOS JÓVENES EN LA ACTUALIDAD. COMO SIEMPRE ESTAS AL DÍA DE LOS ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS. ANA BENÍTEZ
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