¡Oh, Señor!
¿Por qué me siento tan sola? Aunque no lo estoy; dentro de esta precaria
embarcación estamos muchos, apiñados. No
conozco a ninguno, no los había visto jamás.
No sé cómo tomé semejante determinación: escapar, huir de esta miseria
que me atenaza. Y ahora ¿qué será de mis
ancianos padres y de mis pequeños hijos que he dejado atrás? Me consuelo pensando que pronto reuniré el
dinero suficiente para regresar, ponerlos en una escuela, comprarles vestidos,
darles una vida digna, la que nunca les he podido ofrecer.
En medio de
mi desesperación, miro a mis compañeros de viaje. La mayoría tienen caras tristes, preocupados,
posiblemente, con los mismos pensamientos que a mi me asaltan. Sin embargo, para mi sorpresa, también veo
caras alegres, esperanzadas, con sus ojos fijos en el horizonte, como
interrogándolo.
Un sudor
frío me recorre la espalda. Me siento
confundida, asustada, casi arrepentida de esta precipitada decisión. Siento que el tiempo está apremiándome, me
persigue, me muerde los talones, no me deja descansar. Debo llegar pronto a mi destino, ¡tengo
tantas cosas que hacer!.
Una
gigantesca ola, acompañada de un fuerte viento, me regresa a la realidad. Todavía estoy aquí, pero creo ver unas
lucecitas, ahora debo ser fuerte pero… ¿cómo?.
Oigo los lamentos de unos compañeros enfermos y las canciones tristes y
melancólicas de otros que me hacen recordar mi pueblecito de polvorientos
senderos y, como en una fotografía, veo mi querida escuela donde la hermana
Dulce María me insufló el deseo de superación.
Nunca he olvidado aquel día en que escribió en nuestro humilde pizarrón
estas dos palabras: Preparación y Oportunidad.
Niñas, nos
dijo, si quieren conseguir una vida mejor, es necesario que estudien y se
preparen y eso depende de ustedes. Si
tienen el suficiente interés, lo pueden lograr.
La oportunidad, eso ya depende de otras personas y para alcanzarla, les
deseo mucha suerte.
Y por esas
palabras tan sabias, estoy en esta patera.
Espero llegar al lugar adecuado y encontrar a las buenas personas que me
ofrezcan la oportunidad para sacar adelante a mi familia, incluyendo a la
criaturita que llevo en mis entrañas.
Apartando la rotundidad de la historia que nos cuentas, me quedo con los hábiles recursos que utilizaste en este relato. El personaje que nos narra en primera persona, está instalado en el presente, para desde él, viajar al pasado o proyectarse al futuro, para de ese modo hilar acontecimientos, dejando para el final una sorpresa.
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