Cuadro de Segundo Aponte |
Esta historia sucedió en lo más profundo de la sabana, llano adentro, en un morichal cerca del gran río que surca su rivera con gran serenidad y quietud. Bueno, una quietud relativa, pues a veces es rota por los seres vivos que habitan esas soledades. Eso suele pasar con nuestros amigos, el loro y la guacamaya, que viven entre chaguaramos y palmeras.
Un día, cansada de tanta soledad, la guacamaya fue a visitar al loro.
-Loro, Lorito, ¿te quieres casar conmigo?
-No, Guacamaya, no quiero. Estoy bien así.
La guacamaya, decepcionada, marchó a su palmera, llorando desconsoladamente. El loro se arrepintió de haber sido tan brusco nada más irse su amiga y salió en su busca.
-Guacamaya, Guacamaya, estaba de broma, yo sí quiero casarme contigo.
-No Lorito, ahora soy yo la que no quiere casarse y además, no somos de la misma especie.
El lorito se que fue triste, pensando que se lo tenía merecido.
Pero…, la guacamaya reflexionó y corrió tras él.
-Lorito, Lorito, yo sí quiero casarme contigo
-No Guacamaya, yo quiero estar soltero.
Y así se pasan la vida la guacamaya y el lorito de aquel morichal, volando de palmera a palmera, de chaguaramo a chaguaramo, de moriche en moriche, sin que ninguno de los dos se decida a vencer su orgullo, y dar el primer paso para el sí.
Bonito cuento. Me encanta como has descrito la atmósfera y el paisaje donde se desarrollan los acontecimientos. Respecto al contenido, no puedo evitar pensar en cuántos loros y guacamayas hay sueltos por la vida.
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