La niña más linda es mi Paulita, decía Ana su madre,
mientras le acariciaba con mucho amor
la cabecita de rubios cabellos. A Paulita le gustaba que su madre la llevara de
paseo al parque a ver los animalitos y jugar con ella a su juego preferido. Le
tapaba la carita con las manos y decía: ¡tras tras!. A la
niña le gustaba este juego y trataba de imitar sus gestos, mientras pensaba que
mamá tenía magia, ¡desaparece y aparece cuando me quito las manos de la cara!,
se decía. Repetía el juego una y otra vez hasta que otra cosa llamaba su
atención: los zapatos de tacón de mamá. Se los puso y taconeaba por toda la casa. Al
ver a Lucas, su perro, en el jardín, quiso ir a jugar con él. Salió corriendo y
los zapatos volcaron por el aire, sus pies chapoteaban en el agua que había dejado
la lluvia esa mañana. Corrían felices y su
vestido estampado se confundía con las flores del jardín; al tropezar con ellas
con su juego, caían los pétalos al suelo. ¡Este juego me gusta! le decía a Lucas, abrazándolo.
Ana, que los
observaba, pensó, cuando a mi niña le deje de gustar el tras tras, ya no tendré
magia para ella, le gustarán otros juegos, indudablemente mi niña está
creciendo y el tiempo será quien diga, tras tras…
¡Qué dulce y bonita historia!. Me gustó mucho tu forma de contarla, como la voz narrativa es una creíble voz infantil, viendo y sintiendo la vida desde su perspectiva. Muy bien.
ResponderEliminarQue recuerdos tan bonitos me trae ese tras tras, enhorabuena. Lilia.
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