Violeta era una niña precoz, por eso el mejor regalo que se
le podía hacer era un libro y si era de relatos, mejor. Como todos los años,
sacó las mejores notas y ese fue el presente que le hicieron sus padres. Además, como era verano, toda la familia se
dispuso a pasar una temporada en una pequeña ciudad costera.
-Disfruta del hermoso paisaje –le dijo su madre, cuando todos
estaban instalados en el tren, pero ella, curiosa por naturaleza, quiso empezar
de una vez a leer su libro de relatos.
Al poco rato, levantó la vista y vio como entraba al tren un
hombre con gabardina y sombrero negros y se extrañó de que, con ese calor, este
personaje se vistiese de esa manera, pero lo que le erizó la piel fue darse
cuenta de que así empezaba su libro de relatos, con esa misma descripción.
A continuación, el hombre de apariencia patibularia, se sentó
y se dispuso a leer el periódico y a mirar por encima de sus padres, que
charlaban animadamente.
Violeta quiso concentrarse en la lectura y allí también decía
que este hombre leía el periódico.
De repente, su hermano Pablito que había visto muchas
películas de misterio, se abalanzó sobre este hombre, lo agarró por las muñecas
y le dijo a Violeta:
-¡Regístralo!
Ésta, ni corta ni perezosa, metió sus manos en la gabardina,
esperando encontrar una pistola, pero lo que encontró fue un bocadillo de
chorizo y otro de tortilla
A veces la imaginación nos juega malas pasadas, nos lleva a equívocos como los de tu relato, Alicia, pero aún así ¡bienvenida sea!, si por otra parte nos regala historias divertidas como la tuya
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