Soy de las que
piensan que a veces un amigo se va, no sólo porque la muerte se lo lleve y
nunca más puedas verlo y sientas que además se ha llevado con él o ella un
trocito de ti, de tu vida; sino que, en ocasiones, también se van algunos que durante un tiempo, incluso años, creíste tus
amigos. Algunos que al estar a tu lado, se convirtieron en tu confidente y de los que pensaste
que podían estar contigo en las buenas y en las malas. Y claro, tú les das tu
máxima confianza y afecto. De pronto, sientes que se van marchando. Lo notas al ver
las cosas que te dicen. Ese es el
momento de detenerte: ¡no sigas por ahí!, ¡párate y date cuenta de lo que
realmente pasa!, esa persona no es lo que tú has creído hasta este momento.
¡Que pena! Con
lo bonito que es una amistad sincera…., por eso, quienes gozamos de la suerte y el privilegio
de tener esas buenas amistades, estamos
obligados a cuidarlas y no dejarse llevar por lo ilusorio y fugaz que en un
momento dado pueda llegar a nuestras
vidas.
Lo digo porque
la decepción, frustración y pena de haber sufrido un desengaño con una persona que
creíste amiga, es muy grande y dolorosa, a veces equiparable a la ausencia
definitiva que trae la muerte.
Reflexiono sobre lo que dices, Mercedes y, sólo puedo darte la razón. Cuando un amigo se va, por una razón o por la otra, siempre es motivo de duelo.
ResponderEliminar