Ya eran ancianos. Y como ocurría desde hacía cuarenta
años en la vida de Olivia, seguía habiendo tempestad: vientos que azotaban,
lluvia que brotaba de sus ojos, nubes que anulaban su mente, huracanes que
empujaban la puerta al salir de casa. Olivia ya no albergaba la esperanza de
que algún día amaneciera soleado.
Sólo le quedaba huir, pero ¿dónde?. ¿Habría algún
lugar donde el temporal no la alcanzara?
Y su marido seguía diciéndole que lo hacía por amor…
¡Qué sutileza para contar algo tan tremendo! Bajo un recurso cercano a la alegoría, usando el campo semántico de una tormenta o una tempestad, vas desgranando el dolor, la desesperanza de una mujer largos años maltratada. Muy bueno.
ResponderEliminar¡Qué sagacidad para hilvanar esta historia ! te felicito Ana, un besote.
ResponderEliminar¡Qué sagacidad para hilvanar esta historia ! te felicito Ana, un besote.
ResponderEliminarEsta narración es realmente tremenda. Te felicito. Alicia
ResponderEliminarQué relato tan bien hecho . Te felicito. Alicia
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