Igual que un colador,
se destilaron las horas del tiempo. Nunca imaginó que llegaría el momento de
bajarse del escenario. Como si constantemente estuviera viajando, en cada
función, unas veces en tren, otras en barco, cada noche un destino diferente. En aquella caja sólo había dos cosas: un filtro
de café, para aquellas noches duras de función y una inmensa boa blanca, regalo
de un ferviente admirador.
Y ella creía que tenía todo el tiempo en el bolsillo.
Hermosas imágenes poéticas en este microrrelato, unido maravillosamente con la visión que lo inspiró
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