Todos los
locales estaban apalabrados para ese día especial. La ciudad entera estaba de
celebración. El hermoso hotel estaba preparando los jardines para lo que
llamaron la fiesta del Siglo. Empezaron a colocar finísimos manteles en las
mesas, candelabros, flores, cubiertos exquisitos, una maravillosa decoración.
Pero quiso la
mala suerte que el viento se hiciera presente con una tremenda inclemencia: los
pobres manteles empezaron a volar, las flores, copas y demás, todo un desastre.
-¡Que horror! –gritó
el encargado de organizarlo todo y, en ese preciso momento, llegó un lujoso coche
en el que venía el dueño del hotel y, de mal modo, empezó a increpar a los
empleados
-¡Arreglen
esto rápido!. Nada puede salir mal, son personas muy importantes las que van a
venir, no necesito decirles que si no se esmeran, se juegan el puesto.
Terminando de
decir esto, comenzó a llover con
tremenda furia, el pobre hombre quería arrancarse los pelos.
-¡Dios, esto
no me puede pasar a mí, esto es mi ruina!. ¿Alguien sabe dónde hay un local
desocupado y techado por favor? –imploró.
Una vocecita
nerviosa salió de entre la marabunta.
- Yo tengo un
sótano cerca de aquí y puedo alquilarlo, es algo cochambroso pero si lo
barremos un poco servirá.
Y dicho y
hecho, embalaron los utensilios y allá se fueron.
Al día
siguiente todos los periódicos reseñaron que, si bien esa fiesta no había
resultado la tan cacareada “Fiesta del Siglo”, por lo menos resultó la más
original.
En las fotos
se veían a las señoras con sus bellísimos trajes largos y los zapatos de tacón
en las manos para no caerse por las empinadas escaleras y los caballeros, algo
traspuestos con los efectos del alcohol, con cara de susto y tambaleándose.
Y como siempre, a unos cuantos los agarró la claridad
del día y no había forma de echarlos. Pero, ya se sabe lo que ocurre en cualquier fiesta, todas terminan
como la de Blas; con unas cuantas copas
de más.
¡Qué fiesta tan accidentada y qué bien nos la contaste, Alicia! Ya el lector se veía en medio de la fiesta, empapado por la lluvia y…, sí, tal vez con una copa de más.
ResponderEliminar¡Como siempre! Un 10. Felicidades.
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