El lunes se
levantó muy temprano para ir a trabajar, pero antes tenía que ir a comprar
fruta porque el frutero lo tenía vacío y en su casa se come mucha fruta. Encontró
una fruta buenísima y al llenarlo, el frutero le quedó muy bonito, lleno de distintos colores…En ese momento, sonó el timbre de la puerta.
-¡Por Dios! ¿quién
será a estas horas?, se me va a hacer tarde para ir al trabajo- se dijo.
Era una
sorpresa, llegó su hermana con un ramo de rosas rojas, a felicitarla por su
cumpleaños.
-Caramba, ¡lo que me faltaba por comprar!-fue
lo primero que atinó a decir
Eran las rosas que siempre compraba en la
floristería que queda cerca de la frutería, pero con la prisa, olvidó.
Fue tanta la
alegría que se le olvidó que tenía que ir al trabajo…
Ese día tenía
la casa como a ella le gustaba; su frutero lleno de fruta y un bonito ramo de
rosas de las que siempre tiene en su
casa.
Relato sencillo, de gente sencilla, con vida sencilla, dueña del placer de las pequeñas cosas , esas donde reside el dulce y sosegado deleite de existir.
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