Cada tarde
sucedía lo mismo. La rutina me devoraba
y yo sin poder hacer nada. Le contaba a
él, mi fiel confidente, todos los detalles de mis maravillosos movimientos y es
que, el trabajo que ahora me traigo entre manos, necesita estar cuidadosamente
planificado, de lo contrario mi cabeza podría rodar por los suelos. La tarde en la que todo cobraría vida, no
tardó en llegar y mi oscuro compañero, como de costumbre, esperaba humeante a
que el pan saliera, tal y como habíamos planeado. El individuo cruzó el marco de la puerta y
una sonrisa enorme asomó en su rostro.
Supongo que el brillante vestido vintage había cumplido su cometido. Tras darme dos eternos besos en las mejillas,
se atrevió a comentar el nombre de mi perfume, sin éxito, así que, como estaba
planeado, pasamos al gran salón de la mesa, aquel donde mi peculiar amigo
esperaba pacientemente. Sin más
preámbulos, él cumplió su misión, y es que en cuanto aquel hombre sorbió un
buche de café, su cuerpo cayó en redondo al suelo, sin una sola gota de vida en
sus ojos. El plan había salido a la
perfección, después de lo cual, recogí el desastre y seguí con mi monótona
vida. Iba a prepararme un café, al que
contaría lo ocurrido, con todo detalle, convirtiéndolo en mi fiel
confidente. De esa manera, pasaría los
días en la cocina, a partir de entonces.
Excelente relato negro, donde la autora juega a confundir al lector. Este es un estilo que se te francamente bien, Zule.
ResponderEliminarGenial es poco calificativo para este texto. me ha encantado y me ha sorprendido el desarrollo de la historia. Me chifla este tipo de historias.
ResponderEliminarMuchísimas Gracias ;)
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