Me desperté
sobresaltado en mitad de la noche y entonces escuché, en medio del silencio, el
sonido familiar de unos pasos acercándose a la cama. Emocionado, encendí la luz de la mesita de
noche y miré expectante alrededor del dormitorio. No había nadie. Había sido un sueño, una vana ilusión, un
desengaño…
He vivido el dolor del desengaño del protagonista y su soledad en medio de la noche. Muy bien, Esther.
ResponderEliminar