Me desperté
sobresaltado en mitad de la noche y entonces escuché el quejido de un
animal. Atenta, dejé de oírla al poco
rato, así que me volví a dormir.
Al abrir la
puerta de mi casa por la mañana, me encontré una mochila tirada en el jardín de
la entrada. La abrí con miedo y dentro
de ella encontré a un pobre gato, agonizando.
Se había golpeado la cabeza con el impacto de la caída. ¡Qué poca sensibilidad tiene el ser humano!
¡Terrible! Sin palabras me he quedado. Creo que el título lo resume todo.
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