Recordando mi
infancia, tan bonita y feliz, pensé que en estas once líneas podía contarles el
día en el que, unos amigos que eran como familia, nos llevaron a mi hermana y a
mí –teniendo unos ocho o nueve años – a ver nidos de pájaros pequeños. Impresionados, nos pusimos a observar, a
cierta distancia, como sus padres les daban de comer. Esta es una de las tantas bonitas vivencias
de mi infancia, aquella edad que nunca olvidaré.
Dulces vivencias las de la edad de la inocencia, Elena. Me encanta que lleguen a tu memoria para que nos las cuentes.
ResponderEliminarQue bonito Elena. Un recuerdo entrañable, un beso.
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