(Primer eslabón).
Una tarde, allá por el año 1969, un
amigo y yo estábamos en casa jugando con el scalextric, cuando comenzó a oírse
una canción que un grupo de chicos estaban ensayando en la casa de al lado. Me
quedé inmovilizado escuchando aquella pieza y mi amigo, que observaba mi
aturdimiento, me preguntó: ¿no conoces el tema? Es de los Beatles; tengo casi
todos sus discos. Mi amigo me los prestó y recuerdo que cuando los escuchaba,
pensaba extasiado que esa música parecía de otro planeta. Desde entonces la
música me acompaña a todas partes, de cualquier género, tanto clásica como
jazz, blues, rock, salsa y heavy metal.
(Segundo Eslabón).
A veces pasan cosas sobre las que no es
posible decidir por uno mismo, como en este caso. En un principio, no quería acudir a aquella
cita pero parecía que ciertas fuerzas me obligaron a hacerlo.
Ella se encontraba allí, sonriente,
plácida, sin necesidad de ostentaciones ni poses innecesarias, y yo la
contemplaba diciéndome que semejante diosa estaba lejos de mi alcance, yo, un
simple mortal que no la merecía. Uno de los invitados, el típico enterado,
pensé yo, se dirigió a ella con comentarios haciéndose el gracioso, poco
afortunados y mediocres, y entonces yo, extrayendo de mí un impulso y osadía que
ignoraba poseer, acudí de inmediato al rescate de aquella beldad poniendo en su sitio a aquel
impresentable.
Justo en ese momento fue cuando ella se
dignó a prestarme atención, tanto fue así, que sin entrar en más detalles,
establecimos una relación de las más significativas de mi vida y que me hizo
dar un giro que hizo que mis circunstancias cambiaran para bien, haciéndome
incluso mejor persona.
Hechos, circunstancias, encuentros o desencuentros que, por distintas razones, han marcado nuestra personalidad, porque han añadido, quitado, perfilado, matizado… sus aristas, haciéndonos ser quienes somos. Tal es el caso de estos dos eslabones de tu Adn particular que tan bien nos has sabido transmitir.
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