El
narrador le dijo al poeta, ¿por qué no dejas de soñar y pones los pies sobre la
tierra?.
Seguro
que lo haré, pero seguiré soñando, le contestó, no sé por qué te molesta; a mí
tus líneas no me perturban, solo que algunas veces parecen muertas…, en cambio
las mías están llenas de vida, amor y esperanza…
Sí,
pero tus poemas tienen gran contenido abstracto e irreal, confunden lo palpable
con lo visible y para mí son como burbujas de cristal…
¿Ves?,
a momentos rozas la delgada línea que existe entre nosotros, usando algunos térmicos
poéticos. Creo que sin mí no serías
nada; el amor encendió la poesía y de ahí el cuento… Cuando salgas, narra lo que dicen las voces,
que yo por otro lado, expresaré su intensidad y deseo y el porqué de sus
lágrimas…
Así
que sal tú primero, que yo cerraré esta cueva de creación…, las entrañas de
nuestra madre y a ustedes, todos los que
nos leen o escuchan, han de saber que aunque iguales, ante el ojo del narrador
serán muy distintos que frente a la pluma de un poeta…
Sí,
ve hermano y cuenta, cuenta… Yo lo haré
pero, desde esta bendita burbuja de cristal…
Leído con la tranquilidad y concentración necesaria, este relato-diálogo entre las voces de un narrador y un poeta, esta eterna dicotomía de dos elementos que comparten la misma raíz, cada uno con su dialéctica propia, me ha encantado.
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