Había llegado al pueblo en un
flamante Mercedes deportivo último
modelo. Fular al cuello, gafas de sol y pamela de ala ancha… elegante, con
estilo, tras esas gafas de sol se ocultaban unos bellísimos ojos de un azul
difícil de definir y mucho más de no tener en cuenta su procedencia… sus
genes!!
Mirada dulce, limpia que recordaba a
la otra… a la que fue arrebatada en nombre de un dudoso honor, de una dudosa
moralidad hipócrita de una sociedad pueblerina y mediocre de bajos instintos y
perversos, nadie podía olvidar… y eso condiciona toda la vida del pueblo y de
todos sus habitantes para el resto de sus vidas…
Fue el más cruel atropello de los
derechos y sentimientos humanos… disfrazados de intereses inconfesables, de
avaricia, del fanatismo de cielos y de infiernos…, en fin ella seguiría
adelante hasta que cada uno de ellos fuera condenado por su crimen…
Se registró en la única pensión del
pueblo, cutre y destartalada, regentada por aquella mujer siniestra y sin
escrúpulos (partera sin título en todos los partos ilegales) y dueña también de
la única tienda de ultramarinos; que como ratón de iglesia controlaba todos los
dimes y diretes de la sacristía y los confesionarios, hervidero de todas las maquiavélicas
ideas y conjuros…, sospechas de adulterio, confirmación de inclinaciones
desviadas y perversas…
Sin lugar a duda, ese sería su
cuartel general ¿Qué mejor lugar? Le abriría todas las puertas certificando
todo lo que sospechaba y que era su desasosiego desde que, por esas cosas del
destino, cayó en sus manos aquel terrible documento, necesitaba constatar la
veracidad de su procedencia…
Al atardecer, decidió dar un paseo y
pronto se encontró frente a un bar donde se reunían a diario el alcalde
demagogo y oportunista, siempre a la caza de lograr unas migajas de popularidad
que le hicieran olvidar sus fracasos, sus miserias personales. Casado con Ella…,
antaño mujer y niña convertida hoy en pura hiel y mortífero veneno… El cura
pervertido y acosador de chicos inexpertos. El médico alcohólico, traidor al sagrado juramento de sanación. La tendera ¡¡nunca
mejor dicho!! Mercadera de desamparados niños recién nacidos y no deseados…,
clases adineradas infértiles comprando y firmando documentos, en complicidad,
una vida humana e indefensa.
Ella…la niña mujer…ella su madre
natural…
Entró en el bar decidida a denunciar
todas y cada una de las crueles ilegalidades, la maldad y ponzoña de la que
habían sido capaces, y hacerles pagar por ello, mas, ante el terrible
espectáculo, la decadente miseria física e intelectual, la falta de alma en la
que estaban inmersos aquellos despojos humanos, renunció a no rebajar sus
principios, su altura de miras y comprobando
que ellos mismos habían sido sus mejores jueces y sus más duros
verdugos…
Retornaría a su casa con su familia
aquella que la había criado, los que le habían enseñado los valores humanos la
libertad que da el perdón y el disfrute sin precio de una conciencia tranquila
y saludable…
La forastera que llega al pueblo de nuestro Presentimiento colectivo, en busca de venganza, hace un repaso brutal y brillante a los personajes de esta villa singular llena de secretos. Una vez los retrata, da un paso atrás en su sed de represalia; decisión tan acertada e inteligente como tu relato. Buen trabajo.
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