Hace algunos años unas cuantas
amigas nos reuníamos para estudiar la cábala. Éramos unas cuantas personas en
busca de las verdades de la vida, verdades, inquietudes místicas y esotéricas
que la iglesia o mejor dicho el cristianismo no ha sabido responder con
claridad.
De esas reuniones aprendí muchas
cosas y sobre todo el arte del diálogo, en contraposición a lo que en ellas
sucedía, por allí sólo existía un
monólogo de la anfitriona de la casa, ya que ella era la única que se pasaba
dos horas seguidas hablando sin parar
sin permitir que otro interviniera.
Entre otras cosas me quedó una gran
amistad. Amistad que valoro mucho, que ha perdurado con el tiempo y se ha reafirmado en varias ocasiones.
Salimos a hacer alguna que otra
locura, junto con otra amiga; como ir al Teide de noche a descubrir el rosal o
meditar en Mesa Mota o brindar por el año nuevo después de las 12 de la noche,
muertos de frío, tomar una copa en el Ábaco y bailar el paso doble Islas Canarias en su patio
Colonial.
Quiso la vida y nuestro eterno
buscar que nos alejáramos unos de otros. Pero
como nuestros deseos se cumplen, uno de los tres se casó, realizándose
sus peticiones. En esa boda volvimos a encontrarnos para continuar nuestra
amistad. Es un orgullo para mí compartir este taller de Literatura con este
gran amigo y su intelecto.
Gracias Juan Pedro.
Bonita semblanza de una amistad que perdura en el tiempo, pese a las distancias que la vida y su devenir pone a veces entre las personas. Feliz estoy de que el punto de encuentro sea cada jueves a las siete, en nuestro Taller.
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