Oía
gritos, llantos, la gente desesperada vociferaba ¡¡es un terremoto!!. El ascensor se paró y no pude salir. La angustia se apoderó de mí, recordé mi vida,
en un instante que se me hizo eterno, volví atrás con los pensamientos: en la
mañana salí de mi casa como todos los
días para ir al trabajo, al llegar, cogí el ascensor, pulsé el sexto, de
repente se paró entre dos pisos y por más que toqué, el botón no se movía, no
había luz, estaba todo oscuro. No sé
cuánto tiempo pasó, hasta que, después de muchos apuros, los bomberos me
sacaron. Estaba temblando después de pasar el susto de mi vida por no poder
abrir la puerta.
¡Susto tremendo! La pesadilla de los claustrofóbicos. ¡Ejem! No quisiera verme yo en esa tesitura, máxime si es en medio de un terremoto
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