Anochecía
en Venecia y comenzaba el carnaval.
Desde el gran ventanal del Palacio, se veían pasar las góndolas llenas
de gente ataviada con sus lujosos y elegantes trajes. Cubrían sus rostros con esas máscaras
artísticas. El lujo y el misterio invadían la ciudad.
Entre bailes, copas y conversaciones, llegó a mí una
risa estridente que heló mi sangre. Giré
para seguir aquel sonido que era tan familiar.
Mi mente viajó al pasado y volví a contemplar la mirada de aquel niño
que se preguntaba por qué su madre había desaparecido sin dejar rastro, por qué
lo había abandonado.
Desde hacía
diez años yo era su madre y no estaba dispuesta a que mi loca hermana gemela me
lo arrebatara. Ella había vuelto. Ahora me tocaba a mí desaparecer.
Elegir Venecia, ha ayudado a crear una propicia atmósfera para este relato enigmático y lleno de misterio, nacido a partir de tres imágenes y un título impuestos. Buen trabajo
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