Yo me pregunto por
qué se me olvidan las cosas. A veces me
respondo que era de esperar después de una vida de lucha y trabajo; el marido,
los hijos…Cuando uno va a ver, va cada vez a menos. Sin embargo, recuerdo muy bien las cosas que
me sucedieron de pequeña, los carnavales, por ejemplo. Nos juntábamos un grupito de niñas, nos
disfrazábamos con ropita vieja, nos tapábamos la cara y nos íbamos a tocar las
puertas de los vecinos. Un huevito, por
favor, decíamos. Una perrita, por
favor. Siempre nos daban algo y con lo
que juntáramos hacíamos una comilona y lo pasábamos muy bien.
El día del entierro
de la sardina, vestíamos a un machango con unos pantalones viejos y lo
paseábamos por el pueblo para después quemarlo en la plaza. Recuerdo
un año de Carnavales muy bonitos, cuando se hizo una competencia, los del rabo blanco y los del rabo negro; se
decían cosas unos a los otros y era muy divertido ver cómo improvisaban. En esa ocasión, vino gente de otros pueblos a
gozar de los Carnavales en el nuestro. Y
no cuento más porque me alargo. ¡Han
sido tantas las experiencias de toda una vida!
Pues nos encanta escucharlas, Maruca, así que tú sigue contándolas. A sacar de tu memoria todas esas vivencias para convertirlas en relatos cuya lectura todos disfrutamos
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