La vida es un juego de
azar en el que unos ganan y otros pierden; unos suben, otros bajan hasta tocar
fondo. ¿Con quién juego ahora? ¿En qué
bando estoy?. Cuando miro mi traje blanco
sobre el que tanto se ha escrito, recuerdo vagamente que fui admirada por mi
belleza, premiada por mi trabajo y envidiada por muchos, pero también que fui
esclava del lujo, de la ropa de alta costura, los zapatos de altos tacones…;
todo eso me deslumbró.
Entrar en el mundo de la
moda fue mi primer escalón a la fama. No
fue fácil, viniendo del mundo de la clase media pero apostar es de
valientes. Empecé a abrirme camino. Era invitada a las más elegantes fiestas, los
más suntuosos banquetes. Yo necesitaba
ser el centro de atención.
Pronto di el salto a la
fama en el mundo del cine que era lo que yo quería. Gané diferentes premios, entre ellos el Globo
de Oro. La dulce Norma Jean daba paso a
la explosiva Marilyn Monroe, pero no supe asimilar tanto éxito. Movida por la depresión, la desesperación me
llevó al alcohol y a los somníferos; mis aliados y mis enemigos a la vez. No supe encontrar lo que tanto busqué: la
felicidad.
Y aquel mes de agosto, el
juego de la vida me pasó factura y mi nombre quedó para el recuerdo: Marilyn
Monroe.
Has sabido jugar muy bien con las tres imágenes impuestas, hilvanando un relato contado en primera persona, nada más y nada menos, que por la propia Marilyn Monroe.
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