Sucedió muy deprisa. Después de una
tarde de perros, le ofrecí a Luis echarle una mano; estaba agobiado. No podía cumplir lo prometido; su cabeza ya
no daba más, parecía estar llena de pájaros y las consecuencias la iban a pagar
todos los que se tropezara por delante.
Supongo que lo consultó con la almohada y al fin aceptó mi ayuda pero
con una advertencia:
–Sígueme al pie de la letra y quizá
podamos salvar la situación y no tengamos que cerrar la empresa con todos los perros dentro.
Has hilvanado frase hecha tras frase hecha, una detrás de la otra para, de ese modo, construir un relato con la sucesión de los distintos sentidos figurados de cada una de ellas. Tu esfuerzo ha dado resultado.
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