Era su primer viaje del
Inserso. El lugar de destino era
cálido. Le venía bien después de pasar
un brutal invierno. Su primera visita
fue a una descomunal granja de cerdos.
La emoción le embargaba.
Embelesado estaba ante su animal favorito; en el plato, claro, a la hora
de comer.
Esas inmensas cámaras
frigoríficas le parecían interminables. Estaría
horas contemplando aquel espectáculo, se
iba diciendo, y… fue entonces cuando se
le ocurrió contar las magníficas piezas colgadas. Esa tarea le dejó helado.
Lo encontraron diez horas
después, abrazado a un voluminoso cerdo negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias