El teléfono comenzó a sonar de
madrugada, me costó contestar pues con el insomnio que padezco, esa noche
precisamente me había tomado una pastilla.
Era mi prima Eugenia quien llamaba. Como es soltera, nos llevamos muy bien y vive con nosotros. Se
me quedó en casa el billete del tren, ¿puedes revisar mi mesita de noche? Me
dijo toda alterada.
Aún adormilada, me puse las
zapatillas y al levantarme me tropecé con la alfombra, pues en este barrio
donde vivimos la luz de la calle es escasa. Lo peor es que perdí el equilibrio
y me caí: vaya que fatalidad, pensé. Me
dolía la cadera pero aun así, arrastrando la pierna, llegué al dormitorio de
Eugenia, encendí la luz y me puse a buscar el billete. Reconozco que soy
bastante distraída y me puse a buscarlo en el armario y en el cajón que guarda
la ropa interior, al fondo creí ver el
billete pero no, era una foto de Eugenia agarrada de la cintura con Alberto el
mejor amigo de mi marido que por cierto es casado y tiene 4 hijos. En ese
momento me desperté por completo, pues mira por donde descubrí el secreto tan
bien guardado de mi prima. Y por cierto…el billete nunca lo encontré.
¡Qué bueno! Una vez más, he disfrutado mucho con la lectura de tu relato. Genial ese giro final.
ResponderEliminar