Frente
al tablero se encontraban los cuatro participantes, el más popular
jugaba con el color azul, era el más aventajado en el juego, por estar
baqueteado en la materia. El participante del
color rojo era
elegante y sociable. Un integrante
muy moderno eligió el color
morado y el color naranja lo
abanderaba el chico
guapo que llegó de la
ciudad.
Avanzaba
el juego... El azul estaba delante, pero cayó
en la casilla de la corrupción y
le explotó la pólvora en
pleno juego, fue tan grande
la mascletá que ni
santa Rita lo pudo ayudar, ya que
ella también ardía
dentro del polvorín. Eso se convirtió en una pesadilla para el pobre color
azul, que retrocedió varias casillas y le tocó esperar
a que jugasen los demás contrincantes, que le
podían ganar la partida.
Le tocaba el turno al color
rojo, mucha elegancia y saber
estar, pero poca fuerza y poder,
necesitaba aliados que le ayudasen a mover las fichas.
Él trataba de
aunar fuerzas, labrando pactos con
los compañeros de juego,
para ver si así podía
obtener el triunfo. El
color morado, muy
optimista, le dijo, sí
podemos, con diversidad
se juega mejor,
si tú me das las mejores
casillas, haremos un partido
de progreso y ganaremos
los dos. El
color naranja le argumentó que quizás le podía ayudar, pero
también tenían que
pactar acuerdos, a lo que el azul
le replicó rotundamente, que si sabía contar, que con él que
no contase, y ahí
estaba, entrando y saliendo de la
casilla del rey pero no avanzaba en el
juego.
Le llegó
el turno al color morado y salió como un bólido, y en una casilla perdió un
monedero, pero eso no lo
amilanó y siguió avanzando, entró en la casilla del rey y salió con
cuatro carteras y de color morado
de tanto poder, quedó
indigestado por un buen
rato, y dejó de avanzar.
Movió ficha el color naranja, paseó por la
derecha, retrocedió por la
izquierda y tampoco consiguió nada,
él sabía de sobra que no tenía posibilidades
de ganar, y decidió ser
amigo de todos, y
apoyar al ganador
y así impulsar el
juego, pero eso se convirtió en una telenovela,
tanto en el tiempo, como en la
trama: Jugar en tiempos
revueltos.
A
todas estas, en
ese juego la más perjudicada era la
Reina, que se encontraba
agotada después de limpiar el
austero salón de
su casilla, para
que su amante esposo, el Rey,
diera el mensaje de navidad. Sin
aún reponerse de tal
esfuerzo, los participantes
entraban y salían de la
casilla del Rey,
como San Juan
por su casa,
pisando lo fregado y pidiendo café,
que ella como buena anfitriona
les brindaba, el cansancio
era superior a
sus fuerzas y le
replicaba a su marido el Rey, que no
podía más, esto
en vez de juego de tronos, se ha
convertido en la Historia
interminable
Ante este juego de tronos, sólo puedo entonar un ¡bravo!, eres genial retratando la realidad desde un punto de vista crítico, impregnado de buen humor. Eso me habla de tu sagacidad natural para cuestionar con inteligencia lo que sucede a tu alrededor; este país nuestro y sus circunstancias. Excelente.
ResponderEliminarFelicidades!! Me ha encantado! Resume muy bien la realidad española!
ResponderEliminar