El teléfono comenzó a sonar de madrugada.
Lo descolgué, esperando oír al otro lado una mala noticia. Escuché estupefacta
lo que me decía una voz desconocida, colgué y salí a toda pastilla, en secreto,
a comprar un billete de avión.
Me encontraba mirando por la
ventanilla de aquel pequeño aparato, a la nada, por la hora y por la niebla no
se percibía imagen alguna. Cuando llegué a mi destino, el antiguo barrio donde
nací, comprobé que estaba exactamente igual que cuando lo dejé muchos años
atrás. Me hubiera gustado volver en otras circunstancias y no para enterrar a
mi padre, un desconocido que apenas recordaba su rostro. Realmente me pregunto
¿qué hago aquí?. Debe ser que los valores y principios que mi madre nos inculcó
a mi hermano y a mí fueron los causantes de este encuentro.
Para reflexionar, tu relato abre interrogantes, nos hace sopesar cosas, replantearse razones y porqués.
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