Me dirigía en coche con dos amigas a
presenciar el concierto nocturno con sabor navideño, como cada año. A la orilla del mar, en un marco
incomparable, con selecta música y arropado por cada vez más público, por lo
que si nada me lo impide, allí estaré en mi cita anual todos los 25 de
diciembre. De repente, sonó el móvil y
al otro lado, mi hijo me comunicaba que estaba naciendo mi primer nieto, por lo
que mi concierto preferido pasó a segundo plano, tomando protagonismo otro
hecho totalmente distinto del que tenía pensado, puesto que su llegada estaba
prevista para después de Reyes.
Gracias a la tecnología punta, pude estar en
dos sitios a la vez. Por un lado,
haciendo acto de presencia en el hospital, a la espera de las noticias propias
de un nacimiento; que si ya viene, que todavía no, que ya ha dilatado lo
suficiente, que ya está aquí. Todo esto
aderezado por las noticias que mi hijo, desde dentro, trasladaba a la sala de espera
donde estábamos los familiares ávidos de noticias. Por otro lado, mientras esperaba la llegada
del infante, a través de internet pude asistir al concierto, mientras él
llegaba al mundo rodeado de buena música, buena compañía y los adornos propios
de la Navidad.
Se hizo esperar y hasta el 26 no nació. Fue una experiencia única, un nacimiento y un
concierto.
La música y el amor presentes, apoyándose el uno en el otro, en medio del surgir a la vida. Precioso sin duda.
ResponderEliminarUna deliciosa y tierna historia Lali.
ResponderEliminarUna deliciosa y tierna historia Lali.
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