Salió a
navegar aquella mañana
sin timón
y sin que nadie lo guiara.
Decidió
partir al lugar donde las olas lo llevaran.
Le dio la
cara al Sol y a la espuma blanca.
Se
desvaneció entre arrullos y marejada.
Y entregando
su cuerpo,
aquel barco
de papel
descubrió
que formaba parte
del todo y
de la nada.
Grata sorpresa para mí fue encontrarme en medio de tu mundo poético, Sandra. Bonitos versos que me hablan de dejarse llevar por el fluir de la vida, disfrutando del hoy que es lo único cierto.
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