Sí, fue un comienzo de un año
inusual, raro y difícil.
Hace algunos años tuve que acompañar
a una amiga al juzgado de familia, había sufrido violencia de género. Ya el
hecho de estar en los juzgados y la policía un primero de enero da mucho susto.
Mi amiga estaba muy nerviosa y disgustada, nada más mirarle la cara se
comprendía el mal rato que pasaba, porque era el reflejo de su disgusto y de sus nervios, aunque al mismo tiempo llena de coraje por el espanto vivido y el que se avecinaba.
Vi mucha gente con problemas:
hombres, mujeres, niños, abuelos, todos esperando que la justicia les arreglara
sus problemas y desavenencias; la sala estaba llena.
Se nos acercó una mujer todavía
joven y se puso a conversar con nosotras. Su aspecto dejaba mucho que desear,
era un poco descuidado y pobre. Un detalle que no pasé por alto fueron sus
botas negras; tenían la suela pegada a la piel con cinta adhesiva negra, toda
enrollada alrededor del pie. En su cháchara explicó que estaba allí por un
amigo, le pegó a la mujer y ella lo denunció.
¿Ve señora?, ella no lo quiere, ¿cómo una mujer que quiere a su marido
lo mete en la cárcel? Dicen que yo soy su amante pero no es verdad yo sólo soy
su amiga. Están todas ahí afuera, las hijitas, la mujer, hermanos, padres y
toda la familia. Pero ellos no lo quieren, yo sí lo quiero. ¿A qué ellos no le
trajeron lo que yo?, vea, vea, mire lo que yo
sí me preocupé de comprarle. Y me mostraba un montón de calzoncillos,
qué menos mal que estaban nuevos y limpios, y se los voy a enseñar al señor
juez. Yo sí lo quiero, repetía…y…repetía.
Hay momentos que la vida nos pone a
prueba y no se sabe si es mejor reír o llorar. Después del tiempo y la
distancia hoy me parece algo grotesco.
Triste suceso, por donde lo mire y analice. Submundos donde algunas personas perviven, víctimas de las circunstancias, presas de la ignorancia. Pese a la rapidez, lo has dibujado muy bien.
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